viernes, 8 de septiembre de 2017

EL BOOM PETROLERO


EL BOOM PETROLERO


Luego de que Velasco Ibarra y su vicepresidente fueran depuestos en 1963, vino toda una época caracterizada por una fuerte presencia militar en el mando del Ecuador.     Sin embargo no podemos hablar de una «dictadura militar» como la que existió en varios países de Latinoamérica en aquel entonces. A pesar de que el mando militar buscaba una modernización total del país, el poder oligárquico ligado a la agricultura y el comercio exterior seguían teniendo una gran influencia y en varias ocasiones no permitieron que se realicen cambios que los afectaban.     En esta época se instauraron varias de las pautas del programa Alianza para el Progreso, donde se instauró la concepción norteamericana de «desarrollo», es así como EE.UU. brindó ayuda económica y social a Latinoamérica para su modernización y como forma de contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana y las tendencias socialistas de aquel entonces. Entre estas reformas estuvo la Reforma Agraria, con la que se buscó dejar atrás el antiguo modelo de Hacienda, en especial en la Sierra. Sin embargo, al indígena se lo endeuda vendiéndole tierra en gran parte improductiva, de zonas altas donde sólo existía páramo y pajonales. Hasta la actualidad varios autores critican esta reforma debido a su reparto injusto, donde se favoreció a sectores poderosos y nunca al indígena pobre.     Otro aspecto importante de esta época fue la dura la represión que se tuvo sobre la lucha social. En este aspecto se comparten características con el resto de dictaduras militares en toda la Latinoamérica de aquel entonces. Se recuerda la matanza de trabajadores y obreros del ingenio AZTRA en 1977, la persecución, tortura, asesinato y desaparición de muchos activistas y militantes políticos de aquel entonces, incluso se persiguió a músicos y artistas.     Aunque entre 1963 y 1979 no hubo un régimen único, la milicia fue una constante. Ejemplo es el quinto y último periodo de Velasco Ibarra, quién fue elegido en 1968 y se declaró dictador en 1970 para caer luego en 1972 bajo la mano de los mismos militares que sostuvieron su último mando.     Recordamos que para 1964 empezó operaciones el consorcio Texaco-Gulf en la Amazonía, a quien el Estado ecuatoriano otorgó alrededor de medio millón de hectáreas para la exploración y explotación de petróleo. Las operaciones 

  
empezaron con un fuerte resguardo militar lo cual causó muchos enfrentamientos entre la milicia y los pueblos nativos quienes defendían su territorio. Toda esta época se vio marcada por el exterminio de varios pueblos amazónicos, de su cultura y el comienzo de la explotación indiscriminada de petróleo, además del irreparable daño ecológico causado.     Para 1972 comenzó el auge petrolero en zonas amazónicas y el golfo de Guayaquil. Aunque la explotación comenzó desde años antes, la subida del precio del petróleo dio un altísimo ingreso al país en magnitudes que no se habían registrado antes. Esto conllevó un acelerado proceso de modernización y crecimiento de las urbes, sin embargo no significó el mejoramiento del nivel de vida. El fuerte ingreso fue muy mal administrado, hasta ahora se presume que existió enriquecimiento ilícito, además que la deuda externa del Ecuador sufrió un gran aumento durante toda esa época.     Para finales de los 70‘s el régimen militar empezó a organizar la vuelta a la democracia representativa.     La Dictadura Militar en Ecuador no tuvo la repercusión y difusión en la sociedad civil que han tenido otras dictaduras. Sin embargo, es importante recordar que ocurrió durante este periodo.     A pesar que la dictadura no estuvo siempre sujeta a algún personaje o a una Junta Militar fija, la presencia de este aparato estatal fue constante en toda la época.     El Boom Petrolero de los 70's otorgó enormes ingresos al Estado, lo cual generó una acelerada modernización de las urbes, pero en ningún momento mejoraron los niveles de vida de la población.  


VELASQUISMO


VELASQUISMO

El 15 de febrero de 1972, Velasco Ibarra, conminado por los militares, abandonó Carondelet y salió hacia Buenos Aires, a su último destierro. Este acto marcó el final político de ―el personaje del Ecuador del siglo XX de más curiosa y polémica trascendencia‖, como lo calificó Alfredo Pareja.    Velasco era doctor en Derecho, con una especialización por la Sorbona de París. Su ascenso al poder fue meteórico. En 1932 fue elegido legislador, al año siguiente ejerció como presidente de la Cámara de Diputados. Desde esta posición se hizo notar por su vehemente oratoria dirigida contra el presidente Juan de Dios Martínez Mera.  Con su caída se convocaron a elecciones para elegir Presidente. Velasco se postuló y ganó ampliamente. Comenzaba así una carrera política que lo llevaría por 5 veces a la primera magistratura del país.    Muchos pensadores han tratado de revelar la figura de Velasco Ibarra. Agustín Cueva decía que ―ha desempeñado el papel de profeta, sacerdote y padre de nuestros subproletarios, y -además- el de su abogado. Ha sido la figura simbólica tutelar que les ha permitido tener la ilusión de incorporarse a la sociedad que los marginaba‖.    Por su parte, el historiador Juan Paz y Miño manifiesta que no se puede hablar  del velasquismo como un solo proyecto político alrededor de la figura de Velasco Ibarra. Cada uno de los cinco períodos de Velasco -explica- fueron diferentes y representaron distintas condiciones históricas aprovechadas, cada vez, por diferentes sectores de los mismos grupos que dominaban el país.    Y coincide con Cueva cuando expresa que Velasco Ibarra inauguró un estilo inédito de hacer política: un discurso vibrante, que reivindicó al pueblo y que confrontaba a las oligarquías, unido a un contacto directo con las masas en grandes concentraciones realizadas en parques o plazas, mientras cada uno de los convocados, en su calidad de electores, se asumía como parte de la democracia y de la soberanía.  


LA REVOLUCIÓN JULIANA


LA REVOLUCIÓN JULIANA




Casi desde el mismo momento en que se fundó la República, en 1830, fue la banca privada y de manera especial la guayaquileña, la que financió todos los gastos del Estado, proporcionándole al erario nacional los fondos necesarios para poder cubrir sus obligaciones. Para financiar el presupuesto nacional, los gobernantes recurrían a la banca privada a la que exigían empréstitos so pena de ser clausurados o sus fondos confiscados.    Y esto tenía una razón de gran peso: en esa época no existían instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y muchas otras que en la actualidad financian al Estado ecuatoriano. En esos años, para poder construir carreteras, puentes, hospitales, etc. los gobernantes ecuatorianos debían recurrir a los bancos privados, que fueron, en definitiva, quienes aportaron con sus capitales para empezar a construir la infraestructura del país.     Con esos antecedentes, al llegar 1924 las deudas que el Estado había adquirido con la banca costeña -y especialmente con el Banco Comercial y Agrícola que presidía don Francisco Urbina Jado- se habían convertido en impagables. Con dineros de la banca privada se financiaba la obra pública, se pagaba los sueldos de la burocracia, y se cubrían todos los gastos que el Estado realizaba o debía realizar. Y ese dinero, en su mayor parte, era dinero de Guayaquil.     La situación económica del Estado se agravaba entonces por la gran emisión de billetes sin respaldo en oro que -para poder cubrir estos empréstitos- había emitido dicho banco con autorización del gobierno de turno, contando para el caso con una ley monetaria que lo favorecía en todos los aspectos. Situación similar a la que se viviría posteriormente con las emisiones inorgánicas que de tanto en tanto haría con el mismo propósito- el felizmente desaparecido Banco Central del Ecuador, que nacería precisamente de la revolución Juliana.     El ejemplo del Banco Comercial y Agrícola fue seguido por otras instituciones bancarias del país, que comprendieron que no había negocio más lucrativo que emitir billetes y concedérselos en préstamo, inmediatamente, al gobierno. Se abrieron entonces las llaves crediticias de la banca privada de todo el país que empezó a emitir sus propios billetes, desde el valor de un sucre en adelante.    Pero esta situación de financiamiento económico también le había dado a Guayaquil -y especialmente a don Francisco Urbina Jado- un gran poder político que se reflejaba en el hecho que, desde las candidaturas para Presidente de la República, para senadores y diputados, hasta los nombramientos de los Ministros de Estado, generalmente impuestos desde las altas esferas del gobierno, debían ser conocidos y aprobados previamente por el poderoso banco.     Así estaba la política financiera del Ecuador, cuando el 1 de septiembre de 1924 ascendió a la Presidencia de la República el Dr. Gonzalo S. Córdova R., quien llegó 

  
al poder en momentos en que el pueblo ecuatoriano empezaba a sentir los efectos de una desestabilización económica de características alarmantes, producto del exceso de circulante que no tenía el debido respaldo de oro, y lo que es peor, cuando el pueblo estaba resuelto a no soportar más una elección presidencial basada en el apoyo de las bayonetas, el oficialismo y el poder económico.     En estas circunstancias, el pueblo organizado desató una fuerte y constante oposición al gobierno reclamándole mayor atención a los problemas laborales y exigiendo sustanciales reformas al sistema económico imperante. Pero el Estado no podía resolver los problemas económicos que había heredado, pues lo primero que debía hacer era cancelarle a la banca privada los créditos que esta le había otorgado, y definitivamente no había dinero.    Era necesario encontrar una fórmula para eliminar a la banca acreedora -de manera especial a la guayaquileña, que era la más sólida y en base a eso ejercía gran poder económico y político- eliminando de paso la obligatoriedad de pagar las deudas contraídas. Solo así sería posible hacer desaparecer una deuda que a principios de 1925 ascendían nada menos que a la cantidad de 36 millones de sucres, cifra que excedía en mucho a la suma de las reservas de todos los bancos guayaquileños.     Así las cosas, el 9 de julio de 1925 estalló en Guayaquil una sublevación de militares jóvenes quienes, bajo la jefatura del Myr. Idelfonso Mendoza Vera, apresaron a las autoridades y constituyeron una Junta Militar de Gobierno. No se derramó ni una sola gota de sangre, pues los generales y oficiales mayores no opusieron resistencia y el pueblo, entusiasmado, se lanzó a las calles para aplaudir y respaldar ruidosamente a los ideólogos de dicho movimiento. En Quito el golpe fue dirigido por el Gral. Francisco Gómez de la Torre, el único de esa graduación que había tomado parte activa en la conspiración.     Pero atrás de este movimiento se ocultaba la figura del Ec. Luís Napoleón Dillon, hombre resentido con la banca guayaquileña y de manera especial con don Francisco Urbina Jado, ya que éste había denunciado con anterioridad sus intenciones de poner en circulación sus propios billetes hipotecarios, tal cual lo denunció en su oportunidad don Víctor Emilio Estrada Sciacaluga.     ―Cuando por breves semanas desempeñé el Ministerio de Hacienda, en el año 1934 tuve el derecho de trastear en algunos cajones de ese ministerio, y allí encontré la razón del 9 de Julio. El Sr. Dillon había querido, poco tiempo antes, poner en circulación sus propios billetes hipotecarios emitidos por la Sociedad de Crédito Internacional. Sin pararse en pelillos había ordenado a la American Bank Note la emisión de los correspondientes billetitos, procedió sin mayor trámite a emitirlos y llenó inclusive la formalidad de registrarlos ante un escribano del cantón Quito…     Cuando el Sr. Urbina conoció de este proyecto inflacionista lo comunicó al gobierno y éste impidió que el Sr. Dillon sacara a circular tales billetes. Desde el momento en que el Sr. Dillon se dio cuenta de que el Sr. Urbina y el Banco Agrícola se oponían 

  
a estas emisiones inflacionistas se convirtió en un enemigo jurado del Agrícola y de su Gerente, y preparó rápidamente la revolución…     La revolución del 9 de julio no vino realmente por inflación ni por desvalorización del sucre, sino por el despecho de quien quiso emitir billetes falsos y se lo prohibieron…‖ (Citado por Guillermo Arosemena Arosemena en ―La Revolución Juliana: Evento Ignominioso en la Historia de Guayaquil‖, p. 102). Derrocado el presidente Córdova, los representantes de las unidades del ejército presididos por el Myr. Juan Ignacio Pareja- constituyeron en una Junta Militar para cuya presidencia fue nombrado el Tnte. Crnel. Luís Telmo Paz y Miño, y que integraron además el Sgto. Myr. Carlos A. Guerrero, el Cap. Emilio Valdivieso, el Sbtnte. Angel Bonilla y el Tnte. Federico Struve.     Esta Junta Militar, a su vez, confió el gobierno a una primera Junta Provisional, que estuvo integrada por el Econ. Luís Napoleón Dillon, principal inspirador político y económico de la transformación; los doctores José Rafael Bustamante y Francisco J. Boloña y los generales Francisco Gómez de la Torre y Moisés Oliva, a quien un día más tarde se le solicitó la renuncia por haber estado muy vinculado con el presidente Córdova; se nombró entonces al Dr. Francisco Arízaga Luque y al Sr. Pedro Pablo Garaycoa.     Esta primera Junta fue sustituida en enero de 1926 por una nueva que los militares formaron, llamando para el caso a los doctores Isidro Ayora, Humberto Albornoz y Homero Viteri Lafronte, y a los señores Julio Moreno, Adolfo Hidalgo Narváez, José Antonio Gómez Gault y Pedro Pablo Egüez Baquerizo; pero este Gobierno Plural sólo se extendió hasta el 31 de marzo, ya que el 1 de abril el ejército nombró al Dr. Isidro Ayora como Presidente provisional.     La Revolución Juliana pretendió iniciar una reforma integral de todos los poderes del Estado, pero con la intención de hacer justicia se cometieron también muchos desacatos. Todo se lo quería hacer de nuevo: Construir, ordenar y disciplinar; y se dictó todo tipo de leyes, la mayoría de ellas, desgraciadamente, de ninguna utilidad. 




LA PLUTOCRACIA


LA PLUTOCRACIA



Ecuador, oficialmente denominado República del Ecuador, es un país constitucional, republicano y centralizado situado en la región noroccidental de América del Sur. Se divide político-administrativamente en 24 provincias, 221cantones y 1.500 parroquias. Tiene una extensión de 283 561 km². Su capital es Quito. Limita al norte con Colombia, al sur y al este con Perú, y al oeste con el océano Pacífico. El país es surcado de norte a sur por una sección volcánica de los Andes, al oeste de la cordillera se presentan el golfo de Guayaquil y una llanura boscosa; y al este, la Amazonia. El territorio ecuatoriano incluye las oceánicas Islas Galápagos a 1000 km de la costa. Es el país con la más alta concentración de ríos por kilómetro cuadrado en el mundo,12 el de mayor diversidad por kilómetro cuadrado en el planeta13 14 y uno de los países con mayor biodiversidad15 teniendo un sinnúmero de especies animales y vegetales, actualmente es el único país que tiene en su constitución el derecho del medio ambiente.     Ecuador es la octava economía latinoamericana, la séptima suramericana y la décima americana; es el país más densamente poblado de Sudamérica y el quinto del continente. Ecuador es la tercera economía con más rápido crecimiento enLatinoamérica20 21 y actualmente es uno de los países que presenta la menor tasa de desempleo de América y del resto del mundo, el dinamismo económico que está 

  
logrando el país se refleja en el crecimiento económico de 5,2% interanual, según los datos del Banco Central del Ecuador. Destaca un alto crecimiento en el sector de la acuicultura, que se refleja también en un importante crecimiento de empleo en el sector pesquero. Ecuador es un importante exportador de petróleo en la región,  además consta como el principal exportador de banano a nivel mundial24 y uno de los principales exportadores de flores, camarones y cacao.25    Gracias a la campaña turística "Ecuador ama la vida", la editora Lonel y Planet consideró a Ecuador como uno de los lugares a visitar en 2013. Ha sido seleccionado por varias instituciones internacionales, incluidas el diario español El País,  Travel Advisor  y la Asociación estadounidense de operadores turísticos, como el mejor del mundo para visitar; y la más reconocida Lonely Planet, considerada la biblia de los turistas, como el mejor destino en Latinoamérica y entre los 10 mejores del mundo para visitar. Mientras que World Travel lo calificó como el mejor destino verde a nivel mundial en 2012. También International Living lo calificó como el ―Paraíso para jubilados retirados‖ y lo distinguió con el primer lugar en su Índice Anual de Retiro.     Es actualmente uno de los países más tradicionales y culturalmente mejores conservados del planeta, tiene 5 nominaciones para el Patrimonio Cultural de la Humanidad, dos por Patrimonio natural de la humanidad y más de 20 candidatos para otras conmemoraciones de la Unesco.  Quito, la capital de los ecuatorianos, ha sido considerada la cuarta ciudad capital con mejor calidad de vida de Latinoamérica, tras Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile; actualmente compite para ser considerada una de las 7 "Ciudad Maravilla del Mundo".    Los primeros asentamientos humanos en el territorio ecuatoriano se remontan a 12 000 a. C. (El Inga, Chobshi, Cubilán, Las Vegas),35 posteriormente se desarrollaron varios pueblos precolombinos. El Imperio incaico conquistó parcialmente la región a mediados del siglo XV, y la conquista española en este territorio se inició un siglo después, en 1534. Fue colonia española durante casi trescientos años.     La época independentista tuvo sus orígenes en 1809, e inició el proceso emancipador comprendido desde 1820 hasta 1822. Después de la definitiva independencia del dominio español, parte del territorio se integró rápidamente a la Gran Colombia, mientras el territorio del litoral permaneció independiente hasta la anexión vía manu militari por parte de Simón Bolívar. En 1830 los territorios colombianos del sur se separaron y se creó la nación ecuatoriana. Desde los inicios de la república existió inestabilidad política, lo que condujo al origen de varias revoluciones a lo largo del siglo XIX y conflictos limítrofes con Colombia. El siglo XX estuvo marcado por los conflictos limítrofes con el Perú, y la conformación de gobiernos militares. En 1979, el país volvió al sistema democrático, aunque la inestabilidad política entre 1996 a 2006 llevó al país a una crisis económica, política y social, dando como resultado la dolarización de su economía y tres presidentes derrocados antes de terminar su mandato.   


LA REVOLUCIÓN LIBERAL


LA REVOLUCIÓN LIBERAL


La Revolución liberal, también conocida como Guerra civil ecuatoriana fue un movimiento revolucionario en contra de los gobiernos de carácter conservador, e impulsado por varias facciones insurgentes lideradas por Eloy Alfaro. La revolución tiene como fecha inicial el 5 de Junio de 1895 en Chone cuando Eloy Alfaro fue proclamado como Jefe Supremo. Posteriormente Alfaro fue nominado Presidente Constitucional del Ecuador.    

  
Los inicios de la revolución toman lugar tras el ascenso al poder de Ignacio de Veinte milla y sus posteriores intenciones de declararse dictador, con lo cual varios sectores del país empezaron a formar movimientos revolucionarios en contra del gobernante. Las tropas al foristas, con apoyo conservador, vencieron, tras lo cual Veinte milla fue derrocado, sin embargo, los conservadores permanecieron en el poder hasta el estallido de la revolución liberal en 1895.    Tras la caída del presidente interino Vicente Lucio Salazar, en manos de los liberales, Eloy Alfaro tomó el mando de Ecuador y ordenó la creación de la Constitución de 1897, la cual lo declaró Presidente Constitucional. Fue sucedido por su propio coideario Leónidas Plaza Gutiérrez, aunque luego sus diferencias lo llevaron a conflictos entre ellos. Alfaro vuelve a la lucha armada en el gobierno de Lizardo García a quien derrotó, llegando nuevamente al poder y gobernando hasta 1911. Un año más tarde Alfaro fue capturado por tropas conservadoras, enviado a prisión a la capital Quito, desde donde fue extraído por un grupo de manifestantes presumiblemente conservadores, torturado y asesinado. Los liberales continuarían en el poder por varios años más.    La revolución es considerada uno de los episodios más importantes de la historia ecuatoriana, debido a su impacto en la política y en la sociedad. Entre los principales aspectos de esta revolución está la implantación del laicismo en el Ecuador, con lo cual la Iglesia y el Estado fueron formalmente separados. Otras áreas donde hubo cambios significativos respecto al estado que imparten desde la Colonia, se enfocaron en permitir la libertad de culto, la confiscación de los bienes eclesiásticos, la abolición del catolicismo como religión estatal, la enseñanza laica y el divorcio.    




EL NUEVO ESTADO DEL SIGLO XIX


EL NUEVO ESTADO DEL SIGLO XIX
Al igual que Venezuela, el Ecuador buscó su identidad nacional fuera de la Gran Colombia. La experiencia política del país fue menos violenta que la venezolana, y su estructura social más convencional, dividida como estaba entre una elite blanca, un sector mestizo móvil y una amplia base india con focos localizados de población negra. El Ecuador tenía también sus propios agravios contra el modelo político boliviano. La política económica liberal de Colombia no proporcionaba suficiente protección a la industria ecuatoriana, ya dañada por la política de los Borbones, la guerra y las rutas de exportación cortadas. 

    El país había sufrido también por el reclutamiento militar exhaustivo y la exacción de préstamos y suministros forzosos. Ecuador sostuvo una parte sustancial del esfuerzo final en la guerra de Perú, y Bolívar exprimió la economía ecuatoriana hasta agotarla para pagar el ejército colombiano. Las grandes fincas agrícolas rendían poco más que una producción de subsistencia y el único producto con una salida comercial era el cacao, junto con una cierta actividad de los astilleros de Guayaquil, que construían y reparaban los buques. 

    Todos estos problemas fueron olvidados por el régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá no le ofrecía ni exenciones fiscales, ni protección, ni subsidios a Ecuador. Y su liberalismo provocó el conservadurismo latente de la clase dirigente ecuatoriana, una de cuyas exigencias consistía en el mantenimiento del tributo indio y la esclavitud negra. Los ecuatorianos estaban infrarrepresentados en el gobierno central y en sus cargos administrativos, y en su tierra tenían la impresión de estar siendo colonizados por nuevos imperialistas, ya que los liberales extranjeros permanecían allí prácticamente como si de un ejército de ocupación se tratara y las instituciones civiles y militares ecuatorianas estaban integradas por soldados y burócratas procedentes de otras partes de la Gran Colombia. 

    Cuando Bolívar se encaminó al Sur, para dirigir personalmente la guerra de Perú no dudó en convocar una junta consultiva que propusiera reformas diseñadas para superar las necesidades de los Departamentos del Sur (Ecuador), y publicar una serie de decretos que establecían en estos territorios medidas administrativas y fiscales no aplicables al resto de la unión. Bolívar se mostró de acuerdo en prohibir la importación al Ecuador de una serie de productos textiles específicos que entraban en competencia con los suyos; pero incluso su política fue incapaz de mantener al país en la unión y, el 13 de mayo de 1830 de la mano de Juan José Flores, se separó del sueño bolivariano. 

ASPECTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES


ASPECTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES


Las economías hispanoamericanas no reaccionaron inmediatamente a la emancipación. Las guerras de independencia destruyeron muchas vidas y propiedades, y el terror y la inseguridad provocaron, además, la huida de mano de obra y capital, lo que dificultaba organizar la recuperación y hacía aún más difícil diversificar la economía. Las economías nacionales se encontraban divididas desde un comienzo por rivalidades internas, por disputas entre el centro y las regiones, entre comercio libre y proteccionismo, entre agricultores que buscaban vías de exportación y los que apoyaban a la industria o la minería, entre los partidarios de los productos importados baratos y los defensores de la producción nacional. 

    La disputa fue ganada por los que promovían la exportación de materias primas y la importación de artículos baratos, y los británicos estaban al acecho para aprovecharse de las ventajas derivadas de esta decisión. 

    Como ya hemos apuntado, la apertura de Hispanoamérica al comercio internacional se ha considerado tradicionalmente como uno de los grandes logros de la independencia. La entrada de navíos, empresarios y bienes manufacturados extranjeros, junto con la exportación directa de productos de estancia y hacienda a los mercados mundiales fueron considerados como constitutivos de una nueva etapa en la historia de los países independientes. Sin embargo se ha puesto en duda esta apreciación, ya que el hecho de que el mercado y el comercio sudamericano fuesen de pequeñas dimensiones, limitando sobremanera las perspectivas de crecimiento, la facturación de productos lenta, las comunicaciones malas, las tarifas y comisiones 
  
  
altas, etc., hacían dudar a los comerciantes extranjeros antes de invertir capital en este comercio. 

    La agricultura tropical vivía un momento menos boyante que en la fase anterior, y se enfrentaba también a la competencia internacional. A pesar de todo, encontró la forma de sobrevivir y crecer, sobre todo al ser un bien altamente propicio para la exportación, aunque no mostró señales significativas de crecimiento hasta bien avanzado el siglo. El cacao continuó siendo uno de los productos de exportación característicos de la Sudamérica tropical, aunque todavía de-pendiente del mercado español y, por tanto, con pocas posibilidades de experimentar un crecimiento espectacular. El Ecuador y Venezuela siguieron compitiendo en busca de consumidores, aunque en el caso de Venezuela el cacao sufrió un declive relativo entre los artículos exportados. 

    Los dos grandes factores de cambio social a finales del s. XIX, el incremento de la producción orientada hacia la exportación y el crecimiento demográfico, no operaban todavía durante las primeras décadas que siguieron a la Independencia. La expansión del sector exportador fue relativamente modesta en este período, y las tendencias demográficas no eran aún lo suficientemente fuertes como para afectar a la estructura social. 

    La mayor parte de Hispanoamérica experimentó una tendencia demográfica alcista tras la Independencia, si bien existían diferencias regionales no siempre fáciles de explicar. Las ciudades importantes, e incluso los puertos, tuvieron un crecimiento demográfico relativamente lento, quizás un nuevo signo de las consecuencias limitadas de la nueva relación entre Hispanoamérica y la economía mundial, aunque fue el sector urbano el que atrajo a los inmigrantes europeos más cultos y especializados, que se distinguían más por su talento que por su número. 

ASPECTOS POLÍTICOS 

 La militarización del poder sobrevivió a las guerras de independencia. En la mayoría de los países el ejército sobrevivió con sus numerosos oficiales, sus tropas -muchas veces sin pagar- , y su fuero militar. Los políticos civiles tuvieron serios problemas para controlar a los militares o para sustituirlos por una milicia. Los militares se quejaban fuertemente de los políticos civiles y afirmaban que el ejército no estaba recibiendo las recompensas que se habían ganado durante la guerra. 

    El objetivo básico de los políticos consistía en hacerse con el control del Estado y de la distribución de sus recursos. Los medios para alcanzar el poder eran las agrupaciones, o facciones, o partidos políticos. No se trataba de Partidos en el sentido actual, esto es: organizaciones que expresan programas específicos que pueden suscitar la adhesión de gran número de personas y enfocados a ganar unas elecciones. Sólo una minoría estaba involucrada activamente en la política, y la movilización no llegaba a toda la nación,   ni penetraba en todos los niveles de la sociedad. 

    Generalizando, dos son las tendencias que encontramos en estos momentos, la conservadora por un lado y la liberal por el otro. Las diferencias ideológicas se han solido interpretar en términos de intereses de clase o de grupo. Estas alineaciones daban lugar a coaliciones de conservadores contra liberales. Sin embargo, dados los intereses de cada grupo económico y la superposición y multiplicidad que de estos intereses se solía producir, aparte de los alineamientos por motivo de conciencia sin contar con la clase o el status, que también los había, era normal encontrar, por ejemplo, comerciantes, terratenientes o profesionales liberales en casi cualquier grupo político. 

    El objetivo básico de los liberales consistía en la reforma de las instituciones sociales, económicas y políticas, con el fin de establecer la libertad individual, protegerla con la igualdad legal y garantizarla con la supremacía del estado laico. La libertad individual implicaba también libertad de pensamiento, lo cual constituía normalmente un objetivo esencial del liberalismo en todos los países. En torno a 1830, el primer liberalismo dio paso a gobiernos conservadores, que detuvieron la reforma, pero que, al mismo tiempo, posibilitaron la existencia de condiciones relativamente estables, en un período de prosperidad moderada. En los años anteriores a 1850 comenzó una tercera fase, en la que las luchas políticas hicieron más nítida las divisiones y el conservadurismo se vio desafiado por un resurgimiento liberal. 


LA CONSTRUCCION DEL PAIS


LA CONSTRUCCIÓN DEL PAÍS


 En la segunda mitad del siglo XIX se advierten ciertos cambios en las sociedades hispanoamericanas que permiten distinguir una nueva etapa en su evolución histórica. En la primera mitad del siglo, los hispanoamericanos se enfrentaron al legado colonial español, lo estudiaron, lo combatieron, lo repudiaron y acabaron por reconocerlo en muchas de sus manifestaciones. A mediados de siglo, la vigencia de la vida colonial iba desapareciendo, pudiendo entonces los patriotas organizar, con menos bases, la sociedad, abordando problemas concretos. 

  

    Las guerras de Independencia frenaron el progreso material colonial, debido sobre todo a la falta de liquidez y a la necesidad de dedicar los mayores esfuerzos a la reconstrucción económica de los países. Para desarrollar los nuevos programas de gobierno que tenían los hispanoamericanos hacían falta grandes cantidades de dinero. 

    A raíz de la Independencia los territorios se encontraron con importantes carencias; sin embargo, y paralelamente, el miedo a una total dependencia de otros gobiernos extranjeros, a los que podrían haber recurrido, ralentizó sobremanera el proceso de renovación de todos sus territorios. Las condiciones en que podía llevarse a cabo el progreso material alarmaban a los hispanoamericanos, pues temían que la riqueza material cayera, como hemos dicho, en poder de intereses extranjeros. Apenas estaban tratando de arrancarla de manos españolas, que aún conservaban a nivel individual y estatal importantes intereses en estos territorios, y ya era necesario protegerla de la codicia de otros extranjeros. Por ello, sólo se dedicaron a adquirir algunos bienes de consumo exportados por estos países, lo que a la larga fue totalmente perjudicial para sus industrias y manufacturas y, por ende, para sus economías. 

    Esto motivó que durante varias décadas después de su constitución como estados soberanos, el aspecto de las ciudades hispanoamericanas no hubiera cambiado y hubo que empezar de nuevo, lentamente y en condiciones adversas. Las residencias construidas en los últimos años de la dominación española sirvieron a las repúblicas para alojar las oficinas de gobierno, ya que la pobreza de éstas no permitía considerar la construcción de nuevos edificios. A mediados de siglo, sin embargo, empieza la transformación que habría de ser notable en la segunda mitad del XIX. 

    En parte, esta acometida de obras públicas vino provocada por la constatación de la insalubridad de las ciudades que provocó algunas grandes epidemias de fiebre amarilla, como la de 1842-1843 en Guayaquil, que obligaron a las autoridades a procurar el saneamiento de las ciudades y la construcción de hospitales modernos. 

    Asimismo se crean, en las administraciones republicanas, las oficinas de obras públicas, a cuyo cargo quedó el planeamiento de la construcción de vías férreas y telegráficas. La geografía americana, mucho más abrupta que la europea, presentó serios problemas técnicos que los ingenieros constructores tuvieron que ir venciendo poco a poco, no siempre partiendo del deseo de beneficiar al país. Ejemplo de estas actividades en territorio ecuatoriano, que se sumó muy tardíamente al proceso de renovación, es el alumbrado de gas que se introdujo en Guayaquil en 1856. 

    Por su parte, en el plano social se va produciendo poco a poco la renovación de las estructuras postuladas por los ideales independentistas. Los criollos ascienden hasta los puestos más altos del escalafón social, basado exclusivamente en el poderío económico; los mestizos y pardos, divididos por las grandes diferencias económico sociales entre los comerciantes y pequeños propietarios y los asalariados y otros grupos menos favorecidos, se fundieron en una variada gama de posibilidades sociales; y los indios, a los que se intentó desposeer de su identidad cultural para incorporarlos a la nueva sociedad como grupos desclasados, en un modelo productivo en manos de la oligarquía criolla. 

    El proceso de integración de la población negra será el más comprometido dentro del fenómeno de reconversión social. La importancia económica que tenía la mano de obra tanto esclava como india provocó que la liberación de estos grupos se produjese mucho más tarde de lo que cabría esperar, con no pocos problemas y enfrentamientos. 

    En el programa político del presidente José M.ª Urbina (1851-1856) estaba la manumisión de los esclavos y la derogación del tributo de los indios. La Asamblea Constituyente, convocada por Urbina en 1852, aprobó el decreto concerniente a la abolición de la esclavitud, destinando el Gobierno 400.000 pesos a la liberación de los esclavos. Urbina organizó su guardia personal con ellos y Juan Montalvo, notable pensador ecuatoriano los llamó «tauras», guardia de negros facinerosos. 

ECUADOR EN EL SIGLO XX


ECUADOR EN EL SIGLO XX
Como Bolívar lo había decretado, en 1823 se formó definitivamente la Gran Colombia, incorporando el Reino de Quito, Nueva Granada y Venezuela. Sólo duró siete años esta unión, siendo Venezuela la primera en independizarse seguida poco después por Quito, y quedando únicamente el territorio de Nueva Granada que asumiría el nombre de la república, siendo conocida desde entonces como República de Colombia. En 1830 el comandante militar de Quito, el general Juan José Flores, un venezolano de 30 años casado con una aristócrata quiteña, anunció la independencia del país. 

    Gracias a las labores de la misión geodésica francesa, estos territorios eran bastante bien conocidos en Europa, por lo que a la hora de producirse la independencia se decidieron por tomar el nombre de República del Ecuador, lo que fue unánimemente aceptado por la Constituyente en el mismo año de 1830. Los habitantes de la nueva nación llegaban aproximadamente a 700.000 y sus mal delimitadas fronteras, motivo de disputas a lo largo de su historia contemporánea, se basaban en las de la antigua Audiencia colonial. 

    La destrucción de vidas y propiedades, el surgimiento de nuevos líderes y la militarización de la sociedad, fueron acontecimientos que dieron un vuelco al antiguo orden colonial y que afectaron a las relaciones entre los distintos grupos sociales. La sociedad no podía ser inmune a las nuevas ideas liberales e igualitarias, ni a las argumentaciones que rechazaban la discriminación y pretendían la armonía de todos los grupos sociales en interés de la construcción nacional. La diferenciación legal entre los grupos raciales fue abolida a partir de entonces y nuevas constituciones declaraban a todos los ciudadanos iguales ante la ley. Asimismo, un importante agente de cambios fue la tendencia hacia la formación de una sociedad de clases, en un proceso en el que la riqueza se convirtió en el criterio principal de diferenciación social, y la categoría social se derivaba de los ingresos y no de definiciones legales. A pesar de todo, el cambio social que tuvo lugar en la América Hispana fue marginal y no revolucionario. 





REPÚBLICA Y NACIONALIDAD


REPÚBLICA Y NACIONALIDAD


La nacionalidad criolla precedió a la Independencia y se podía descubrir en un sentido de lealtad a la patria, una creciente conciencia de identidad y la convicción de que los americanos no eran españoles. El individuo comenzó a identificarse con un grupo y los grupos tenían algunas de las cualidades de una nación: ascendencia, lenguaje, religión, territorio, costumbres y tradiciones 

  
comunes. La conciencia nacional estaba por supuesto restringida a las elites criollas, pues las castas tenían sólo un confuso sentimiento de nacionalidad, y los indios y los negros carecían de ello por completo. 

    Tras la Independencia la política fue diseñada tanto por los nuevos líderes como por los grupos de poder económico nacional. Sus pretensiones consistían en convertir sus intereses particulares en una nueva metrópoli y reducir a las demás regiones o provincias a una especie de dependencia neocolonial. Así, Colombia, Venezuela y Ecuador se separaron con el objeto de proteger, entre otros elementos, sus propias y específicas economías. La política exterior de los países hispanoamericanos, en relación con las demás repúblicas del continente, no fue novedosa en los primeros años de vida nacional. Cuando los gobernantes se vieron amenazados por países no americanos pudieron olvidar momentáneamente la indiferencia, los recelos y rivalidades que existían entre los estados hispanoamericanos. 

    En este sentido son relativamente numerosos los proyectos para convocar asambleas en momentos en que se veía amenazado alguno de estos países. En 1847, Ramón Castilla, presidente del Perú, promovió el desarrollo de una reunión en Lima con el fin de preservar la Independencia americana. El año anterior, Castilla había hecho preparativos para rechazar la expedición que en España e Irlanda se estaba organizando a instigación del ecuatoriano Juan José Flores. En ese Congreso de Lima se firmó un tratado de confederación entre Bolivia, Chile, Ecuador, Colombia y Perú. 

    A casi todas las repúblicas llegaron europeos contratados para enseñar las ciencias modernas y dirigir algunas empresas. Muchas veces las instituciones en donde debían enseñar no pudieron sostenerse y fueron clausuradas. De todas maneras, su paso por Hispanoamérica proporcionó oportunidad a los republicanos de conocer otros métodos y nuevas posibilidades de estudio. En este sentido, en 1839 fue llamado al Ecuador Sebastián Wyse, autor de una Carta topográfica del país, así como de algunos tratados científicos. En 1845 llevó a cabo una expedición al interior del cráter del Pichincha en la que participó Gabriel García Moreno, quien con el tiempo sería una de las grandes figuras de la política ecuatoriana, ocupando en distintos momentos la Presidencia de la República. 





LA CAÍDA DEL MURO DE BERLIN


LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN

"El 9 de Noviembre de 1989 es una fecha que ha quedado grabada en la historia. Ese día se anunció oficialmente, en conferencia de prensa, que a partir de la medianoche los alemanes del este podrían cruzar cualquiera de las fronteras de Alemania Democrática (RDA), incluido el Muro de Berlín, sin necesidad de contar con permisos especiales. De inmediato se corrió la voz en ambas partes de la ciudad dividida y mucho antes de la medianoche miles de expectantes berlineses se habían congregado a ambos lados del muro. En el momento esperado, los berlineses del Este, a pie o en automóvil, comenzaron a pasar sin mayor dificultad por el puesto de control. Abundaron las escenas llenas de emoción: abrazos de familiares y amigos que habían estado separados por mucho tiempo, crisis de llanto, rostros que reflejaban incredulidad, brindis con Champaña o cerveza, regalos de bienvenida a los visitantes, flores en los parabrisas de los autos que cruzaban la frontera y en los rifles de los soldados que custodiaban los puestos de vigilancia. A esta primera reacción seguirían otras de carácter político y económico.    Muchos de los visitantes se dirigieron a los barrios elegantes de Berlín Occidental para celebrar su recién adquirida libertad, mientras que miles de berlineses prefirieron escalar el muro y, en muchos casos, armados de cuerdas, picos y cinceles, comenzaron a hacer realidad su sueño de muchos años, el derrumbamiento del muro de Berlín".    Sin embargo, no debe de pensarse que este acontecimiento histórico ocurrió espontáneamente. Muy al contrario, tiene sus antecedentes en innumerables hechos de la vida cotidiana alemana, así como de la política internacional.    Debe señalarse, en primer lugar, que en la Alemania Democrática las organizaciones de oposición como Nuevo Foro, Partido Socialdemócrata y Alternativa Democrática se fortalecían a ritmo acelerado, tanto por el creciente número de sus simpatizantes, como por su habilidad para hacer oír su voz en todos los ámbitos del país, esto significaba una activa participación política de los ciudadanos y, por tanto, constantes demandas de cambios democráticos a los que el gobierno ya no podía prestar oídos sordos.  Así en los primeros días de Noviembre de 1989 ocurrieron manifestaciones masivas y pacificas en ciudades como Berlín del Este, Leipzig, Dresden y Halle en que miles 

  
de alemanes alzaron su voz para exigir la dimisión de todo el gabinete en el poder, así como la celebración de elecciones libres y otras reformas.    Por otra parte, los intentos de huir a la República Democrática Alemana, que habían ocurrido desde el momento mismo en que Alemania quedó dividida, a últimas fechas se habían incrementado a un ritmo vertiginoso.    El 2 de mayo de 1989 los soldados húngaros comenzaron a desmantelar las barreras en la frontera con Austria, lo que constituyó la primera apertura al mundo occidental. Los principales beneficiarios fueron los Alemanes del Este, que de pronto podían pasar al mundo occidental a través de Hungría y Austria.    A medida que miles de alemanes del este se internaban en territorio húngaro, se incrementaron las tensiones entre los dos países. El gobierno de Berlín del este exigió a Budapest enviar de regreso a os refugiados, pero los húngaros se negaron y fue así como en tan sólo tres días, a principios de septiembre, 15,000 alemanes del Este pasaron a Alemania Federal. La respuesta del gobierno alemán del Este fue prohibir el paso a Hungría, pero esto solo sirvió para que los alemanes que buscaban escapar se refugiaran en la embajada de Alemania Federal en Checoslovaquia.    Para octubre de 1989 se vio que la revolución en Alemania Democrática era inminente. Comenzó con las marchas en pro de la libertad celebradas en Leipzig. El 9 de Octubre el jefe del partido Comunista ordenó usar toda la fuerza militar disponible para aniquilar las manifestaciones, pero Egon Krenz, el entonces jefe de seguridad, lo convenció de que retirara la orden. Nada impidió que semana tras semana aumentara el número de manifestantes. El 23 de Octubre fueron alrededor de 200,000, y para el 6 de noviembre llegaban a 480,000. Las marchas siempre pacificas se generalizaron por toda Alemania Democrática.    Mijail Gorbachov fue la pieza clave que evitó el derramamiento de sangre. En su visita del 7 de Octubre a Berlín del este, Gorbachov advirtió a los dirigentes que no contarían con el apoyo soviético si usaban la fuerza para suprimir las manifestaciones. Once días después Honecker fue despojado de todos sus cargos y lo sustituyó Egon Krenz, quien de inmediato trató de apaciguar a los manifestantes.    El 27 de Octubre, Krenz promulgó una amnistía para los refugiados invitándolos a regresar al país. Sin embargo, el 3 de Noviembre la RDA autorizó nuevamente a sus ciudadanos a viajar a Checoslovaquia, lo que fue aprovechado por varios miles de ciudadanos para refugiarse en la embajada de Alemania Federal en Praga.    Ante los éxodos masivos y proliferación de manifestaciones de protesta contra el régimen, el día 7 de Noviembre renuncia todo el consejo de ministros, el organismo que regía el destino de la RDA. Dos días después, la frontera que separaba a las dos Alemania, al igual que el muro de Berlín, pierden su significado, de modo que ya no es necesario rodear a través de otros países como Checoslovaquia, Hungría y Austria. El movimiento revolucionario de la República Democrática Alemana no fue un fenómeno aislado. Todos los países del bloque socialista experimentaron cambios radicales en un plazo relativamente corto. 


DICTADURAS EN AMÉRICA LATINA


DICTADURAS EN AMÉRICA LATINA


El Régimen Militar es el nombre con el que se conoce al periodo de la historia de Chile comprendido desde el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990, durante el cual dicho país estuvo bajo una dictadura militar encabezada por el general Augusto Pinochet y los otros comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, que establecieron una junta de gobierno tras el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional del presidente Salvador Allende. Pinochet, comandante en jefe del Ejército asumió el liderazgo de la junta militar de gobierno compuesta inicialmente por José Toribio Merino, Gustavo Leigh, y César Mendoza en representación de la Armada, Fuerza Aérea y Carabineros, respectivamente.    Tras el golpe, fueron cometidas sistemáticas violaciones a los derechos humanos, registrándose al menos 28 259 víctimas de prisión política y tortura, 2298 ejecutados y 1209 detenidos desaparecidos.5 Se limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y el Congreso Nacional fue disuelto. Políticamente, el régimen se caracterizó por un modelo autoritario de gobierno, establecido sobre unos fuertes principios emanados de la extrema derecha, de los cuales los principales fueron un fuerte anticomunismo. Aunque originalmente tuvo un neto carácter militar, con el paso de los años fueron incorporándose colaboradores civiles al gobierno.    Durante este periodo, Chile experimentó una importante transformación económica, política y social. En lo estrictamente económico, significó un cambio radical de orientación del papel del Estado de un rol productor e interventor, a uno de tipo subsidiario, inspirado en las doctrinas económicas neoliberales. En lo social, significó el dominio sin contrapeso de los sectores empresariales, el aumento sostenido de la desigualdad de ingreso, junto con un incremento en la precariedad e inestabilidad laboral de los sectores asalariados. En lo cultural, dio lugar al denominado «apagón cultural», caracterizado por la represión y autor represión de ciertas manifestaciones culturales consideradas contrarias a la línea oficial.    
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En 1980, tras un irregular plebiscito, fue aprobada una nueva constitución en la que Pinochet reafirmaba su cargo como presidente mientras la junta de gobierno se limitaba al poder legislativo. El texto constitucional estableció también una serie de disposiciones que, eventualmente, permitirían el retorno a la democracia como consecuencia del resultado del plebiscito del 5 de octubre de 1988. En dicho plebiscito, el pueblo chileno le denegó a Pinochet un nuevo mandato y, en consecuencia, se celebraron elecciones presidenciales democráticas al año siguiente. La dictadura militar llegó a su fin el 11 de marzo de 1990, cuando Augusto Pinochet entregó el poder a Patricio Aylwin. Ese día terminó la dictadura y se inició el periodo de la historia de Chile conocido como la transición a la democracia.   

ESTADOS UNIDOS EN LA GUERRA DE VIETNAN Y EL GOLFO


ESTADOS UNIDOS EN LA GUERRA DE VIETNAN Y EL GOLFO

La Resolución del Golfo de Tonkin (oficialmente llamada Southeast Asia Resolution, Public Law 88-408) es una ley emitida por el Congreso de los Estados Unidos de América el 7 de agosto de 1964, en la cual se autorizaba al Presidente Lyndon B. Johnson1 para actuar de manera integral contra la República Democrática de Vietnam, a la cual acusaba de agresiones en contra de naves norteamericanas en el Golfo de Tonkín, lugar de donde toma su nombre la resolución. La Resolución del Golfo de Tonkín es de importancia histórica porque dio autorización al presidente de 

  
EE.UU. Lyndon B. Johnson, sin una declaración formal de guerra por el Congreso, para usar fuerza militar en el sudeste de Asia.    Históricamente se ha considerado que el ataque nunca existió y que fue una medida de los Estados Unidos para justificar su intervención en aquel país, logrando con esta norma legal carta blanca para intervenir en la guerra que se desarrollaba en el sudeste asiático. Hoy en día todavía se duda de la autenticidad del ataque al Madox, no en su ataque mismo, sino que aunque el primer ataque sí se realizó, este podría ser una trama de la CIA para buscar una excusa para poder involucrar al Gobierno en la guerra.  Documentos recientemente desclasificados5 proporcionaron todavía más pruebas de que el Gobierno de Johnson fingió el incidente del Golfo de Tonkin para intensificar la Guerra de Vietnam. Un informe de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) concluye: "esa noche no ocurrió ningún ataque". 




CONFLICTO ÁRABE ISRAELÍ


CONFLICTO ÁRABE ISRAELÍ



Un nuevo e importante factor de conflicto en las relaciones Oriente-Occidente fue el final del mandato británico en Palestina y la fundación del Estado de Israel en parte de ese territorio, donde se había refugiado una gran cantidad de judíos con motivo de la persecución nazi. Desde hacía varios años, Inglaterra se había mostrado favorable al sionismo (doctrina que postulaba la unión de los judíos en una sola nación) y había prometido a los judíos les sería otorgado un territorio para que establecieran su nación en tierras palestinas, las que, de acuerdo con la particular tradición histórica judía, les pertenecían como herencia de sus antepasados que las habían habitado en tiempos remotos.    En diciembre de 1947, la Asamblea General de la ONU aprobó un plan que establecía la partición de Palestina en dos Estados independientes, uno árabe y otro judío, y de una zona internacional en la ciudad de Jerusalén bajo control de las Naciones Unidas, con una unión económica entre las tres entidades. El plan fue inmediata-mente aprobado por los judíos y rechazado por los árabes, situación que generó serios enfrentamientos entre ambas comunidades. La creación del Estado judío en tierras palestinas, al causar la expulsión de los pueblos árabes radicados en ellas, creó uno de los más graves conflictos en la política mundial del siglo XX.    El 14 de mayo de 1948, cuando los británicos pusieron fin a su mandato y abandonaron Palestina, fue proclamada la fundación del Estado de Israel. En seguida, estalló la guerra entre el nuevo ejército de israelí y los árabes de Egipto, Líbano, Siria, Irak y Transjordania, que atacaron el territorio del nuevo Estado sionista. Esta guerra, que sería la primera de una serie de enfrentamientos armados en la región, se prolongó hasta enero de 1949 y finalizó con la victoria de Israel que consolidó su posición y obtuvo más territorio que el previsto en el plan de partición propuesto por la ONU.    La derrota de Palestina ante Israel dio motivo para que los árabes se sintieran defraudados y traicionados no sólo por los países occidentales aliados de Israel, sino también por los dirigentes árabes incapaces de enfrentarse a su enemigo y sospechosos de connivencia con el imperialismo occidental. Todo ello fue el ―caldo de cultivo‖ donde se gestaron los movimientos populares y revolucionarios árabes a partir de esa fecha, dando origen al panarabismo (unión de todos los pueblos árabes), movimiento de lucha para la liberación de los territorios palestinos.    Por otra parte, la riqueza petrolera de los Estados árabes habría de constituir un elemento más de discordia en aquel conflictivo territorio, en donde el panarabismo se fue perfilando como contrario al bloque occidental. La segunda guerra árabeisraelí ocurrió entre octubre y noviembre de 1956, conocida como la Guerra de Suez, originada por las acciones emprendidas por el presidente egipcio Gammal Abdel Nasser, cuya orientación nacionalista y revolucionaria lo llevó a enfrentarse a la Gran Bretaña.    En julio de ese año, en relación con las necesidades económicas para la construcción de la presa de Asuán, Nasser decretó la nacionalización del Canal de Suez e indemnizó a los propietarios ingleses y franceses para proceder después a prohibir el paso de los barcos israelíes por el Canal. Esas acciones preocuparon seriamente a los gobiernos de Inglaterra y Francia, ante el temor de que Nasser suspendiera los embarques de petróleo que sus países importaban utilizando como vía el Canal de Suez.    Este hecho provocó que Gran Bretaña, Francia e Israel atacaran militarmente a Egipto el 29 de octubre de 1956; con la respuesta armada de este país, dio comienzo la segunda guerra árabe-israelí. Ante la gravedad de la situación en Medio Oriente, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió en una sesión de emergencia en la cual se acordó exigir a los países invasores su retiro de Egipto.    Bajo la presión de la ONU y sin haber logrado el apoyo de Estados Unidos en este conflicto, ingleses y franceses se retiraron en diciembre de 1956, de manera que la zona del Canal quedaba bajo vigilancia de las Naciones Unidas. Este fracaso de las potencias occidentales en el Medio Oriente resultó en beneficio de la Unión Soviética, que aprovechó la situación para intervenir en la política de esta conflictiva región brindando a Egipto ayuda económica y militar para la construcción de la presa de Asuán, con lo cual se fortaleció la posición de Nasser.    Como era de esperarse, pronto intervino el gobierno de Estados Unidos para contrarrestar el dominio soviético. A principios de 1957 fue promulgada la Doctrina Eisenhower, que implicaba un programa de asistencia económica y militar ofrecido por el gobierno estadounidense a los países del Medio Oriente.   


LAS REPERCUSIONES DE LOS SUCESOS EN BUENOS AIRES


LAS REPERCUSIONES DE LOS SUCESOS EN BUENOS AIRES


En la Avenida de Mayo al 1300, frente al vespertino ―Crítica‖, se reunió denso gentío que, con declamaciones de adhesión a Fidel Casto y al ―Che‖ Guevara, al movimiento libertador cubano, y simplemente a la libertad, ocuparon la calzada y obligaron a la desviación del tránsito automotor por las calles adyacentes.  
Desde el balcón del primero piso del vespertino, ornado con banderas argentinas y una enseña cubana, hablaron el doctor Valdés Miranda y Lisi Guera, del movimiento 26 de Julio; el nuevo embajador cubano en nuestro país, Sr. Jorge Beruff Jiménez; el Señor Benjamín De Yure, también del movimiento; el padre del combatiente Ernesto Guevara  Lynch; el director de ―Crítica‖, doctor Santiago Nudelman, y el diputado nacional por la Unión Cívica Radical del Pueblo, Manuel Belnicoff.  
Ante los repetidos vivas a Cuba y las expresiones de repudio a las dictaduras, a Batista, a Franco, a Trujillo y a Perón, el doctor Nudelman se refirió a este ―día glorioso de Cuba‖, y pidió el homenaje de un minuto de silencio por ―la juventud de América que ha ofrecido su sangre generosamente para que podamos seguir viviendo en libertad‖. Exhortó luego: ―En la medida en que se oscurece el cielo de la patria americana, seamos forjadores de la libertad‖. ¡Viva Cuba Libre! –terminó- ¡Viva América Libre! ¡Viva la libertad y viva la democracia!  
El Sr. Belnicoff se refirió luego a la dictadura de Franco y a la que padecimos en nuestro país hasta 1955, y tras hablar de la personalidad de Fidel Castro, dijo que ―cuando algún día en las generaciones futuras se pretenda dar la exacta definición del miedo, se dirá: el miedo es un dictador; porque los dictadores, cuando la fuerza los respalda, son valientes y castigan a los pueblos; pero cuando los pueblos se rebelan, los dictadores sólo conocen una actitud: huir. ¡América para la libertad – exclamó-, pare el cielo; los dictadores para la tierra, para la muerte!‖. Transmitió la adhesión hacia el pueblo cubano de su partido y finalizó con un ―brindis cívico por la civilidad de América, por la caída de Trujillo, de Stroessner, de Somoza, de Franco, y porque retornen a nuestro país todas las libertades, sin presos políticos ni gremiales‖.  
Terminadas estas palabras, y las advertencias pacifistas transmitidas por los altavoces, emprendió la marcha por Avenida de Mayo hacia el Oeste una columna que dobló por Callao y se dirigió por Santa Fe hacia la embajada de Cuba. La acompañaban algunos vehículos embanderados con nuestra enseña y con la que ha reconquistado su libertad, y se veían abundantes distintivos con el número 26, que estaba también estampados en la puerta de un pequeño automóvil. Los estribillos se repetían a lo largo de la marcha: se entonaban estrofas de la Marcha de la Libertad y un clarín hacía oír su voz de aliento.  Desde los balcones se recibían múltiples muestras de apoyo.  
Ante la Embajada  
Una enorme cantidad  de público se congregó frente a la embajada de Cuba anoche a las 22. Los núcleos que se sumaron constantemente a la manifestación, entre ellos el formado en la Avenida de Mayo, interrumpieron el tránsito y formaron una masa compacta que iba de acera a acera, casi a lo largo de toda la cuadra.  
En el local de la embajada también se habían congregado los simpatizantes del Movimiento 26 de Julio, y allí se veían las caras conocidas de los jóvenes cubanos que llegaron a nuestro país, perseguidos por su acción revolucionaria, mezcladas con las de los que aquí fueron desde un comienzo sus amigos y moralmente sus aliados de lucha. También estaban aquéllos que de una manera o de otra tienen un vínculo de afecto y de sangre con los nombres que protagonizaron la gloriosa jornada que se celebraba, y disputaban la atención de los cronistas la presencia de los parientes de los hombres cuyos nombres registra hoy la crónica, con el carácter de héroes de la recuperada libertad cubana. Así, se destacaba entre ellos la presencia de un septuagenario tío de Fidel Castro, que reside en nuestro país desde 1913 y no conoce a su sobrino, no obstante lo cual sumaba a la emoción que todos tenían el inocultable y legítimo orgullo de ese vínculo.  




LARGA LUCHA DE GUEVARA


LARGA LUCHA DE GUEVARA

Fuente: Diario La Nación, viernes 2 de enero de 1959.
Un periodista cubano, Jorge Quintana, le recordó hace tres meses al presidente de la Nación, Dr. Frondizi, la intervención de un argentino –Miralla- en la lucha por la independencia cubana. El diálogo de ambos, mantenido mientras transitaban por senderos de la residencia de Olivos, cobra hoy renovada actualidad. Quintana mencionó a Miralla, para hablar luego del ―Che‖ Guevara, el nuevo argentino que luchó en Cuba por la causa de la libertad.  
Miralla es hoy más conocido por los cubanos que por nosotros; con Guevara sucede otro tanto. Goza en la isla de un prestigio merecido, de una popularidad en la que se traduce la gratitud de un pueblo.
Nació en Rosario en 1928; vivió brevemente en Misiones y en Córdoba, muchacho andariego, recorrió América latina en motocicleta, a pie y aun valiéndose de balsas; concluyó sus estudios universitarios en Buenos Aires; un hecho premonitorio: desde temprano sintió predilección por el estudio de las enfermedades tropicales –alergias y lepra-, cuyo conocimiento le sirvió tanto en Cuba; fue uno de los tres mil integrantes del grupo Monteagudo y, dentro de él, formó parte de Acción Argentina, fuerza de choque dirigida contra el dictador argentino. Luego, la cosa pantanosa de Ubero, adonde llegó a bordo del Gramma, que transportó a 80 hombres aunque sólo estaba preparado para alojar a 25.